Casa de muñecas
Nos encontramos en Oslo en el año 2024. Nora y Torvaldo, tras varios años de matrimonio y tres hijos, se enfrentan a cambios importantes en sus vidas. Al filo de la Navidad Torvaldo es ascendido en su banco. Lo que les permitirá vivir con más desahogo. Nora que trabaja de dependienta, quiere regresar a sus estudios universitarios, pero esta decisión implicaría que no podría dedicarse al cuidado de sus hijos durante las tardes. Lo que no agrada a Torvaldo.
Estos acontecimientos y el regreso a Oslo de Cristina Linde, amiga de la infancia de Nora, desencadenan los terribles sucesos de la obra.
Se descubre que Nora, hace años, había conseguido dinero de forma ilícita estafando a un procurador, Krogstad, para ayudar a curarse a Torvaldo de una grave enfermedad que padecía. Krogstad también es empleado del banco y Torvaldo ha decidido despedirlo. Como conoce el secreto de Nora, está dispuesto a revelárselo a Torvaldo para conservar su puesto de trabajo y no duda en chantajearla.
En medio de estos hechos, el doctor Rank, amigo de la familia, confiesa a Nora su pasión por ella a la vez que le confirma que su cáncer terminal está a punto de terminar con su vida. Todos los personajes tratan a Nora como si fuera una muñeca.
Ante la incomprensión y la crítica feroz de Torvaldo por haber conseguido dinero de una forma ilícita, Nora acaba rompiendo con su familia y marchándose de casa, dando el célebre portazo de Nora. Con el que acaba el drama de Ibsen.
“¿Por qué revisitar Casa de muñecas a casi ciento cincuenta años de su estreno? ¿Quizás porque los grandes clásicos nos permitan bucear en nosotros mismos? ¿en nuestros prejuicios y miserias, en la hipocresía e injusticias, en los mandatos sociales, en las crueldades y limitaciones con las que convivimos y nos condicionan en nuestras vidas? ¿Nora enfrenta a su marido, lucha por el rol de la mujer en la sociedad o sencillamente se anima a enfrentarse a sí misma? ¿No es éste uno de los roles del teatro, con dolor y valentía afrontar la realidad, o por lo menos a nuestra verdad relativa, y transformarla para poder emprender humildemente el camino de la libertad? Tal vez Ibsen hoy nos permita justamente hacernos preguntas, y en la búsqueda de respuestas mirarnos al espejo, descubrir quienes somos y cambiar el mundo. O simplemente, como Nora, dar un portazo al pasado, a lo que se quería o esperaba de nosotros y animarnos a ser quienes deseamos ser realmente”.Lautaro Perotti