Iribarne
Iribarne es un tipo nacido en el mismísimo pueblo de Rouco Varela (el cardenal) durante la Monarquía de Alfonso XIII. Emigrado a Cuba con tan solo un añito, coincidiendo con la inauguración de la dictadura de Primo de Rivera, tras hacer las Américas durante un par de años, nuestro protagonista vuelve triunfante para ser el hijo del alcalde (¡y el de la francesa!). Empieza el Bachiller con la entrada de la II República, casi-casi se hace cura durante la Guerra Civil, pero decide pirarse a Madrid siguiendo el rastro de otro gallego ilustre nada más inaugurada la Era del Susodicho (El Caudillísimo). Con tanto ahínco intentó ser como él que más pronto que tarde llegó a ser su Ministro, a pesar de haber disparado dos días antes contra el culo de su hija. Habiendo sido el primer y mejor opositor de España, quiso sustituir al Caudillo cuando este murió. No pudo ser: no iba por oposición. Tuvo que conformarse con el cargo de Virrey en su querida Terra Galega.
"El pasado 2021 andábamos buscando un nuevo proyecto de investigación dramatúrgica en el que embarcarnos cuándo Manuel Fraga acudió en nuestra ayuda. De alguna manera, se nos apareció; no como fantasma, por supuesto, sino como tema.
Estaba a punto de cumplirse el centenario de su nacimiento (1922) y, además, hacía casi diez años de su fallecimiento (2012). Esta suerte de redondez de las fechas parecía querer decirnos que era un buen momento para hacer balance de un político que había tenido muchísima importancia en un pasado muy reciente y que había caído estrepitosamente en el olvido con bastante inmediatez.
IRIBARNE, ese sería el título. Qué buen título, pensamos, ¡qué buen título! Nos emocionamos imaginando los carteles de la obra con la imagen de Fraga en Palomares. Pero decidimos frenar aquellos impulsos irracionales. Estaba claro que no era más que una idea alocada, una pasión de primavera, un enamoramiento de esos que duran dos días, dos semanas, un verano y nada más.
Pero justamente ese verano –el verano de 2021 nos embarcamos con nuestra furgoneta sobre la costa valenciana: esa costa apisonada por un turismo de masas que no permite entrever la esencia de lo anterior. Empezamos a preguntarnos si ese que considerábamos nuestro “Manoliño”, no sería también uno de los grandes artífices de esa apabullante (re)identidad turística en la costa opuesta.
Si. Quizás IRIBARNE era, definitivamente, un buen proyecto en el que embarcarnos. De costa a costa. Y pasando, inevitablemente, por Madrid".
Esther F. Carrodeguas y Xavier Castiñeira