La importancia de llamarse Ernesto
Wilde escribió un guiño perfecto lleno de sabiduría dramatúrgica y de inteligencia vital. Con sus réplicas desacomplejadas hace que la verdad explote en la cara de los espectadores que se sienten constantemente interpelados.
Como toda obra de arte que nos resuena, después de más de cien años de su creación, lo que nos explica Wilde de cómo vivir, está profundamente ligado al hecho de que ésto de existir (que sepamos nosotros) solo pasa una vez y que nuestra «estancia» en este mundo solo tiene sentido si llegamos a ser libres.
Uno de los retratos más ácidos y divertidos que nunca se han hecho sobre la hipocresía social. La gloriosa trayectoria de Oscar Wilde quedó arruinada repentinamente con la condena a dos años de prisión que lo acusaba de indecencia por su vida privada, solo tres meses después de haber estrenado esta comedia.
El escritor, que no se reharía de un golpe tan duro, ya había denunciado a menudo la hipocresía de una sociedad cada vez más conservadora y controladora sobre la intimidad de sus ciudadanos. Una hipocresía que, de manera premonitoria, acontecería la protagonista de esta deliciosa obra maestra sobre los líos amorosos de dos jóvenes británicos y sus secretas dobles vidas, la cual anticipa algunas de las principales vanguardias del siglo XX.