La reina de la belleza de Leenane
“La reina de belleza de Leenane, del dramaturgo anglo-irlandés Martin McDonagh, estrenada en 1996 en Galway, condado donde transcurre su acción, y luego en Broadway y en el West-End londinense, impactó como uno de los desafíos teatrales más arriesgados y expuestos de la escena de finales del siglo XX. Y no es éste el último extremo con el que limita. Si un confín es, como lo define el diccionario, “el último término que alcanza la vista”, La reina de belleza de Leenane es una tragedia a puerta cerrada accionada en el último corner de la tierra, donde se han mineralizado los grumos –palabra aquí clave, “grumos”– de una escombrera histórica y social contemporánea. Pero también personal, malformada por una clausura enfermiza. McDonagh excava capas de tiempo y de drama, de violencia, de mentiras, de palabras repetidas, de represión y de daño mutuo. Trabajar este texto y darle cuerpo sobre un escenario, buscando la geología de las razones y de los silencios, mineralizados y cortantes, ha sido un reto de los más difícilmente imaginables para una compañía teatral. Hayas hecho lo que hayas hecho en el teatro, ingresar en el habitáculo de las Folan, madre e hija, y en los intestinos de su relación supone no salir indemne. Tampoco el espectador. Pues hemos pasado por el confín: el color de la turba, la humedad de la lluvia, el eco de una radio y el filo del dolor. En los márgenes geográficos, pero en el centro de nuestra glándula del sufrimiento. Y de la desnudez teatral”.
Juan Echanove y Bernardo Sánchez