Seis personajes en busca de autor
Estamos en el inicio de un ensayo, ya van llegando los actores y, poco después, el director. La actriz que siempre llega tarde, por supuesto, llega tarde. La obra que se disponen a ensayar es, curiosamente, de Luigi Pirandello: “El juego de los papeles”, una comedia en torno a un triángulo amoroso. Los actores, estoicamente, soportan el malhumor del director; el director, por su parte, no soporta a casi nadie, ni siquiera a Pirandello, y se muestra quisquilloso con todo y con todos. Hasta que el ensayo se ve interrumpido por una familia de seis individuos que declaran haber nacido personajes y esgrimen una pretensión imposible: que alguien represente su drama. De esa forma, la comedia se mezcla con la tragedia, la fantasía con la realidad y los personajes con los actores.
“Los personajes de esta obra, como nos dice el autor en su prefacio, fueron de esos a los que el autor daba audiencia. Pero esta vez no eran tres ni cuatro, sino una familia entera, cada uno de ellos con sus angustias y sus deseos. Pirandello, por más que buscaba, no conseguía descubrir el sentido de aquellos seis personajes, y no era cuestión de darles vida sin un por qué ni un para qué. Así que los despedía, o más bien lo intentaba, porque ellos se obstinaban en tentarle para que los incluyera en uno de sus relatos. Hasta que, harto de todos ellos, Pirandello les recomendó que acudieran al ensayo de un teatro que, precisamente, se disponía a estrenar una de sus obras. Tal vez ahí encontrarían lo que buscaban. Seis personajes en busca de autor es una obra cuya íntima vocación es encontrar funambulistas de la escena que sepan transitar de la comedia al drama y del drama a la comedia, del caos al orden y del orden al caos, del realismo a lo fantástico y de lo fantástico a lo real. O, por decirlo de la forma más sintética posible, puro teatro”. Antonio Álamo